He buscado la forma
de estar frente a ti
y de hablarte
he deseado
echarte de menos
echarte de menos
para poder encontrarte
pero tus ojos
que tanto he amado
reusaron mirarme
y no he hallado
ni un solo motivo
por el cual quedarme.
Porque mis manos
se congelaron
al dejar de tocarte
y mis labios
por fin se cansaron
de tanto nombrarte.
Y sí, llámame cobarde
pero tengo miedo
de no ser capaz de marcharme
al ver tu cara
al notar tu olor
y sentir que vuelvo amarte.
Te dejo esta carta
con manos temblorosas
sin ganas de olvidarte
pero no me busques
que necesito caminar solo
para poder encontrarme
en este laberinto
que tu indiferencia
ha formado en mi sangre.
Que seas feliz te deseo
y que por fin algún día
alguien pueda enseñarte
ese amor que tu entiendas
que disfrutes con cautela
y que yo no supe darte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario